28 de mayo de 2012

LA BATALLA DE CARRAS.


La Batalla de Carras fue una importante batalla que tuvo lugar ciudad de Carras, en territorio de la Gran Armenia (Turquía), entre el ejército romano, al mando del general Marco Licinio Craso, gobernador de Siria por aquel entonces, y el ejército parto, al mando del general Surena. Fue una de las derrotas más severas que sufrió la República Romana.


Mapa de la zona de Carras, lugar donde se llevó a cabo la batalla.
Los partos y los armenios usaron únicamente caballería pesada acorazada armada de lanzas, los denominados catafractos conjuntamente con arqueros a caballo, para derrotar a la  infantería pesada romana. Surena, sabedor de sus limitaciones, evitó un ataque directo contra el ejército romano, limitándose a que los arqueros a caballo lanzasen a una distancia segura y sin descanso una lluvia de flechas sobre la densa formación de legionarios romanos, obligándoles literalmente a pegarse a tierra y protegerse con sus escudos. El tipo de arco compuesto utilizado por los partos, más grande y de una curvatura mayor que el asirio, permitía lanzar la flecha a gran velocidad, atravesando las corazas romanas. Con el fin de mantener un lanzamiento continuado de proyectiles sobre el ejército romano emplearon camellos para abastecer constantemente de flechas a los arqueros. Los intentos de los romanos por perseguir a los jinetes resultaban infructuosos, ya que éstos se alejaban a gran velocidad. Advirtiendo Craso que la situación era insostenible, ordenó a su hijo Publio Licinio Craso que cargase con su caballería e infantería sobre los arqueros armenios, los cuales fingieron una retirada disparando hacia atrás flechas mientras huían (el conocido como disparo parto) y alejando al desprevenido Publio del resto del ejército romano. En ese momento los catafractos cayeron sobre éste superándole en número. Pero en vez de atacar directamente, cabalgaron en formación de círculo cántabro, alrededor de los romanos, levantando una polvareda y aumentando la confusión de los soldados, que no podían luchar con eficacia debido a su apretada formación. Durante la refriega los partos mataron a Publio y ensartaron su cabeza en una lanza, a la vista del grueso de las tropas romanas. Craso aprovechó esta oportunidad para replegarse a Carras con las tropas sanas, dejando a 4.000 heridos en el campo de batalla que los partos remataron al amanecer. A la noche siguiente, obviando la relativa seguridad de Carras, Craso optó por huir de la ciudad sitiada hacia el oeste, aprovechando de nuevo la costumbre parta de no combatir a la caída del sol. Para ello se ayudó de un guía local que, en realidad, era un espía de los partos. Este condujo mediante engaños a lo que quedaba del ejército romano por un terreno difícil hacia el grueso del ejército parto. Quinientos jinetes al mando de Cayo Casio Longino por aquel entonces cuestor, y 5.000 legionarios romanos desconfiaron del traidor y desertaron, dirigiéndose ellos mismos hacia el oeste. El resto de los confiados se encontraron a la mañana siguiente con el ejército de Surena, quien les ofreció parlamentar. Presionado por sus soldados Craso se vio obligado a aceptar la oferta. Durante el encuentro, éste y parte de la delegación romana fueron capturados y, posteriormente, ejecutados.

Del ejército romano 20.000 soldados fueron pasados a cuchillo y unos 10.000 prefirieron rendirse esperando que les fuese perdonada la vida. A estos se les conocería como la Legión perdida. Otros optaron por escapar al anochecer hacia Siria. La cabeza de Craso fue exhibida en la corte de Orodes II y los siete estandartes romanos expuestos en los templos de Partia. Tres décadas después, en 19 a. C., el emperador Augusto negoció la devolución de éstos y el regreso de los cautivos que habían sobrevivido. Es en esta parte donde la realidad se confunde con la leyenda al intentar discernir el destino de los diez mil legionarios esclavizados de la expedición de Craso que algunos sugieren que constituyeron la legión perdida mencionada por Plutarco y Plinio y que reaparecería en China en el año 36 a. C.

Trabajo realizado por
Jairo Jesús Arrocha Pérez, alumno de 3º ESO A.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.

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