31 de mayo de 2012

LA BATALLA DEL TIGRIS.


         
          En el año 363 (concretamente, el 29 de mayo – hace 1649 años) se enfrentan el ejército de Juliano y el del rey persa Sapor II, cerca de Ctesifonte. Según el relato de Amiano Marcelino, que participó en la batalla, los romanos obtuvieron una sorprendente victoria, aplastando a los enemigos, a pesar de que éstos contaban con la presencia de elefantes en sus filas.  Aunque el choque en sí acabó con la victoria sobre el campo de batalla de las fuerzas romanas, la muerte del emperador Juliano y la lejanía de las líneas de suministro romanas supuso la victoria estratégica persa.

Sarcófagos imperiales en el exterior del Museo Arqueológico de Estambul. El correspondiente a Juliano es el situado a la izquierda de la foto.
           El creciente malestar entre la población civil y el ejército  - Libanio habla de una conspiración en su seno -, acabaron empujando al cada vez más aislado Emperador a huir hacia delante con su gran ofensiva contra el Imperio sasánida. Desoyendo a sus consejeros paganos, se lanzó así a una aventura de dudoso resultado, espoleado también por su megalomanía de emparejarse con Alejandro Magno. Para evitar una larga guerra de posiciones y desgaste - que se suponía beneficiaba a los persas - Juliano contaba con la alianza del rey armenio Arsaces. La intención de esta gran expedición de 65.000 hombres parecía ser la instalación en el trono persa del príncipe Hormisdas, hermano del Rey persa Sapor II, que había huido al Imperio romano en 324.

Los testimonios de Zósimo y Amiano Marcelino permiten una reconstrucción bastante precisa de la marcha del ejército romano, iniciada en marzo de 363. Una gran victoria lograda cerca de Seleucia del Tigris permitió a Juliano alcanzar la capital sasánida, Ctesifonte sin mayores contratiempos. Pero ante la imposibilidad de tomarla por asalto, decidió marchar hacia el Norte, en busca de la unión con la columna conducida por su lugarteniente Procopio. Para conseguir una mayor rapidez de movimiento, ordenó inopinadamente la quema de la flota, que hasta entonces había acompañado al ejército a lo largo del Tigris, lo que sin duda desmoralizó a la tropa. En el curso de una marcha agotadora, continuamente hostigado por un enemigo que se negaba a presentar batalla, Juliano sucumbió en una escaramuza. El Emperador fue llevado a su tienda donde fue atendido por su médico personal Oribasio de Pérgamo, que no pudo hacer nada por salvarlo, ya que tenía perforados el hígado y los intestinos. Después de conferenciar con algunos de sus oficiales, el Emperador falleció. El corto reinado de Juliano terminaba así en un completo fracaso.

Trabajo realizado por
Fabio Fernández Marrero, alumno de 3º ESO A.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.

LA CAÍDA DE CONSTANTINOPLA A MANOS DE LOS OTOMANOS.


La caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos, el día 29 de mayo de 1453 (de acuerdo con el calendario juliano – hace 559 años)  fue un hecho histórico que, en la periodización clásica, y según algunos historiadores, marcó el fin de la Edad Media en Europa y el fin del último vestigio del Imperio romano de Oriente.
 
Representación del asedio a Constantinopla.
 Juan VIII había muerto en 1448 y su hermano Constantino XI asumió el trono al año siguiente. Era una figura popular, habiendo luchado en la resistencia bizantina en el Peloponeso frente al ejército otomano, mas seguía la línea de su hermano y predecesor en la conciliación de las iglesias oriental y occidental, lo que causaba desconfianza no sólo entre el clero bizantino sino también en el sultán Murad II, que veía esta alianza como una amenaza de intervención de las potencias occidentales en la resistencia a su expansión en Europa.

En 1451 Murad II murió, siendo sucedido por segunda vez por su joven hijo Mehmed II. Inicialmente, Mehmed prometió no violar el territorio bizantino. Esto aumentó la confianza de Constantino que, en el mismo año, se sintió seguro y suficiente para exigir el pago de una renta anual para la manutención de un oscuro príncipe otomano, mantenido como rehén, en Constantinopla. Furioso, más por el ultraje que por la amenaza a su pariente en sí, Mehmed II ordenó los preparativos para un asedio completo a la capital bizantina.

Durante esa madrugada del día 29 de mayo de 1453, el sultán otomano Mehmed lanzó un ataque total a las murallas, compuesto principalmente por mercenarios y prisioneros, concentrando el ataque en el valle del Lico. Durante dos horas, el contingente principal de mercenarios europeos fue repelido por los soldados bizantinos bajo el mando de Giustiniani, provistos de mejores armas y armaduras y protegidos por las murallas. Pero con las tropas cansadas, tendrían ahora que afrontar al ejército regular de 80.000 turcos.

El ejército turco atacó durante más de dos horas, sin vencer la resistencia bizantina. Entonces hicieron espacio para el gran cañón, que abrió una brecha en la muralla por la cual los turcos concentraron su ataque. Constantino en persona coordinó una cadena humana que mantuvo a los turcos ocupados mientras la muralla era reparada. El sultán, entonces, hizo uso de los jenízaros, que trepaban la muralla con escaleras. Sin embargo, tras una hora de combates, los jenízaros todavía no habían conseguido entrar a la ciudad.

Con los ataques concentrados en el valle del Lico, los bizantinos cometieron la imprudencia de dejar la puerta de la muralla noroeste (la Kerkaporta) semiabierta. Un destacamento jenízaro otomano penetró por allí e invadió el espacio entre las murallas externa e interna, muriendo muchos de ellos al caer al foso. Se dice que el primero en llegar fue un gran soldado llamado Hassan, que murió por una lluvia de flechas bizantinas. En ese momento, el comandante Giovanni Giustiniani Longo  fue herido y fue evacuado apresuradamente hacia un navío. Constantino, avisado inmediatamente del hecho, fue hacia él y lo quiso convencer de no alejarse del lugar, le habló de la importancia de mantenerse como fuera en el campo de batalla, pero el genovés habría intuido la gravedad del asunto y lamentablemente se mantuvo firme en su deseo de retirarse para ser atendido. Cuando el resto de los soldados genoveses vieron que se llevaban a su capitán pasó lo que era de esperar se desmoralizaron y desertaron de sus puestos en la muralla siguiendo el camino de su capitán, justo en el preciso momento en que arreciaban las fuerzas de los jenízaros en el lugar.

Sin su liderazgo, los soldados griegos lucharon desordenadamente contra los disciplinados turcos. La muerte de Constantino XI es una de las leyendas más famosas del asalto, ya que el emperador luchó hasta la muerte en las murallas tal y como había prometido a Mehmed II cuando este le ofreció el gobierno de Mistra a cambio de la rendición de Constantinopla. Decapitado, su cabeza fue capturada por los turcos, mientras que su cuerpo era enterrado en Constantinopla con todos los honores

Giustiniani también moriría más tarde, a causa de las heridas, en la isla griega de Quíos, donde se encontraba anclada la prometida escuadra veneciana a la espera de vientos favorables.

Trabajo realizado por
Julián Ferraz Rodríguez, alumno de 3º ESO A.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.




28 de mayo de 2012

LA BATALLA DE CARRAS.


La Batalla de Carras fue una importante batalla que tuvo lugar ciudad de Carras, en territorio de la Gran Armenia (Turquía), entre el ejército romano, al mando del general Marco Licinio Craso, gobernador de Siria por aquel entonces, y el ejército parto, al mando del general Surena. Fue una de las derrotas más severas que sufrió la República Romana.


Mapa de la zona de Carras, lugar donde se llevó a cabo la batalla.
Los partos y los armenios usaron únicamente caballería pesada acorazada armada de lanzas, los denominados catafractos conjuntamente con arqueros a caballo, para derrotar a la  infantería pesada romana. Surena, sabedor de sus limitaciones, evitó un ataque directo contra el ejército romano, limitándose a que los arqueros a caballo lanzasen a una distancia segura y sin descanso una lluvia de flechas sobre la densa formación de legionarios romanos, obligándoles literalmente a pegarse a tierra y protegerse con sus escudos. El tipo de arco compuesto utilizado por los partos, más grande y de una curvatura mayor que el asirio, permitía lanzar la flecha a gran velocidad, atravesando las corazas romanas. Con el fin de mantener un lanzamiento continuado de proyectiles sobre el ejército romano emplearon camellos para abastecer constantemente de flechas a los arqueros. Los intentos de los romanos por perseguir a los jinetes resultaban infructuosos, ya que éstos se alejaban a gran velocidad. Advirtiendo Craso que la situación era insostenible, ordenó a su hijo Publio Licinio Craso que cargase con su caballería e infantería sobre los arqueros armenios, los cuales fingieron una retirada disparando hacia atrás flechas mientras huían (el conocido como disparo parto) y alejando al desprevenido Publio del resto del ejército romano. En ese momento los catafractos cayeron sobre éste superándole en número. Pero en vez de atacar directamente, cabalgaron en formación de círculo cántabro, alrededor de los romanos, levantando una polvareda y aumentando la confusión de los soldados, que no podían luchar con eficacia debido a su apretada formación. Durante la refriega los partos mataron a Publio y ensartaron su cabeza en una lanza, a la vista del grueso de las tropas romanas. Craso aprovechó esta oportunidad para replegarse a Carras con las tropas sanas, dejando a 4.000 heridos en el campo de batalla que los partos remataron al amanecer. A la noche siguiente, obviando la relativa seguridad de Carras, Craso optó por huir de la ciudad sitiada hacia el oeste, aprovechando de nuevo la costumbre parta de no combatir a la caída del sol. Para ello se ayudó de un guía local que, en realidad, era un espía de los partos. Este condujo mediante engaños a lo que quedaba del ejército romano por un terreno difícil hacia el grueso del ejército parto. Quinientos jinetes al mando de Cayo Casio Longino por aquel entonces cuestor, y 5.000 legionarios romanos desconfiaron del traidor y desertaron, dirigiéndose ellos mismos hacia el oeste. El resto de los confiados se encontraron a la mañana siguiente con el ejército de Surena, quien les ofreció parlamentar. Presionado por sus soldados Craso se vio obligado a aceptar la oferta. Durante el encuentro, éste y parte de la delegación romana fueron capturados y, posteriormente, ejecutados.

Del ejército romano 20.000 soldados fueron pasados a cuchillo y unos 10.000 prefirieron rendirse esperando que les fuese perdonada la vida. A estos se les conocería como la Legión perdida. Otros optaron por escapar al anochecer hacia Siria. La cabeza de Craso fue exhibida en la corte de Orodes II y los siete estandartes romanos expuestos en los templos de Partia. Tres décadas después, en 19 a. C., el emperador Augusto negoció la devolución de éstos y el regreso de los cautivos que habían sobrevivido. Es en esta parte donde la realidad se confunde con la leyenda al intentar discernir el destino de los diez mil legionarios esclavizados de la expedición de Craso que algunos sugieren que constituyeron la legión perdida mencionada por Plutarco y Plinio y que reaparecería en China en el año 36 a. C.

Trabajo realizado por
Jairo Jesús Arrocha Pérez, alumno de 3º ESO A.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.

NACIMIENTO DE GETA.


      Publius Septimius Geta nació el 27 de mayo del año 189 (hace 1823 años) y murió el 19 de diciembre de 211. Fue el segundo hijo del emperador romano Septimio Severo y de su esposa Julia Domna. Era el hermano menor de Caracalla.
Busto de Publio Septimio Geta.
      En 208 0 209 fue nombrado César por su padre y designado así a heredar el trono del Imperio juntamente con su hermano. En febrero de 211, tras la muerte de Septimio Severo, asumió la herencia y cogobernó desde Roma. Sin embargo, pronto se desencadenó la rivalidad con su hermano.
      A finales de este mismo año, el 19 de diciembre, Caracalla mató a Geta en el palacio imperial. Geta murió en los brazos de su madre Julia Domna. Muchos de sus seguidores también fueron asesinados.
 Trabajo realizado por
Cynthia Arrocha Arrocha, alumna de 3º ESO A.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS.
SANTA CRUZ DE LA PALMA.


TRIUNFO DE GERMÁNICO.

En el mes de septiembre de 9 d.C., cuando llegaron noticias a la capital romana de la pérdida total de tres legiones y tres alas de caballería y del suicidio del gobernador de Germania, Publio Quinto Varo y el resto de los oficiales en el bosque de Teutoburgo,  se confirmó la sublevación de todas las tribus germanas que mataron a todos los romanos que hubiesen en la región. Augusto se entero de la fatal noticia y se confirmó cuando le fue enviada la cabeza quemada de Varo - se dice que el emperador se empezó a golpear la cabeza y a desgarrase las vestiduras mientras gritaba:"¡Quintilio Varo, devuélveme mis legiones!"… La derrota de las legiones significaba no sólo la pérdida de la Germania y de la Galia, sino que abría un paso franco para la invasión de Italia y Roma. Augusto desesperado reunió nuevas tropas con gladiadores, veteranos, esclavos y legionarios, bajo amenaza de expropiación de bienes, incluso se amenazo de muerte a los ciudadanos que se negaran hacer alistados. Puso a Tiberio y a Germánico en la expedición. Este último, tras derrotar a Arminio, recuperó dos de las aquilae - las águilas, insignias de las legiones - perdidas en Teutoburgo, la tercera no llegaría a manos de los romanos hasta el 41. La suerte de los caudillos germanos fue dispar: Maroboduo solicitó asilo en Roma tras escapar de un ataque de Arminio, este a su vez murió ultimado por sus compatriotas. A pesar de que los germanos fueron finalmente derrotados y sojuzgados, los romanos tardarían muchos años en olvidar el desastre de Teutoburgo
Julio César Claudio Germánico.

     En el año 17 (hace 1995 años) Tiberio recompensó los éxitos militares de su sobrino Germánico con la concesión de un triunfo. En el mismo desfilaron la esposa y los hijos de Arminio, que en tiempos de Augusto había infligido a los romanos una grave derrota en la batalla del bosque de Teotoburgo. Germánico entró en Roma de manera triunfal ante la mirada del emperador Tiberio. Llevaba todo su botín de guerra, los despojos de los ejércitos enemigos, los combatientes capturados y sus mujeres, todos ellos reducidos a la esclavitud. También iba Tusnelda, desposada con Arminio en contra de la voluntad de su padre Sigestes, que fue quien la entregó a los romanos en el año 15 d.C. cuando se encontraba embarazada de su esposo. También su otro hijo Tumélico, hijo de Arminio y Tusnelda, Tumélico vivió en esclavitud para prevenir rebrotes de insurrección, fue educado como gladiador en Ravena y se cree que murió luchando. En realidad en ese momento los germanos estaban lejos de estar vencidos, pero Tiberio quería apartar a Germánico del frente del Rin.                             


Trabajo realizado por
Cecilia Acosta Pérez, alumna de 3º ESO A.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.

25 de mayo de 2012

MUERTE DE CONSTANTINO I, EL GRANDE

Flavio Valerio Aurelio Constantino (Naissus, 27 de febrero c. 271 – Nicomedia, Bitinia y Ponto, 22 de mayo de 337hace 1675 años -) fue emperador de los romanos desde su proclamación por sus tropas el  25 de julio de 306 y gobernó un Imperio romano en constante crecimiento hasta su muerte. Se le conoce también como Constantino I, Constantino el Grande o, en la iglesia ortodoxa, las antigua iglesias orientales y la iglesia católica bizantina griega, como San Constantino.

Mosaico con la imagen de Constantino I, el Grande.
Legalizador de la religión cristiana por el Edicto de Milán en 313, Constantino es conocido también por haber refundado la ciudad de Bizancio (actual Estambul, en Turquía), llamándola “Nueva Roma” o Constantinopla “la ciudad de Constantino”.

Convocó el Primer Concilio de Nicea en 325, que otorgó legitimidad legal al cristianismo en el Imperio romano por primera vez. Se considera que esto fue esencial para la expansión de esta religión, y los historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesarea hasta nuestros días, le presentan como el primer emperador cristiano, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en su lecho de muerte.
                                    
Constantino fue también conocido por su falta de piedad para con sus parientes consanguíneos y afines, como por ejemplo, la ejecución de su cuñado el emperador romano de Oriente Licinio en 325, a pesar de que había prometido públicamente no ejecutarle antes de su rendición el año anterior. En 326, Constantino ejecutó también a su hijo mayor, Crispo y unos meses después a su segunda esposa Fausta (Crispo era el único hijo que tuvo con su primera esposa Minervina). Corrieron rumores sobre una presunta relación entre hijastro y madrastra que supuestamente podría haber sido la causa de la ira de Constantino, sin embargo, estos rumores sólo se encuentran documentados por los historiadores Zósimo (siglo V) y Juan Zonaras (siglo XII)  y sus fuentes no han sido establecidas. Otra de las teorías sobre la muerte de Crispo fue que Fausta estaba envidiosa ya que el hijo de Constantino no era hijo de ella y era un gran comandante militar y probable sucesor al trono, acusándolo falsamente ante el Emperador de anticristiano. Luego Constantino se arrepintió y vivió atormentado por la muerte de Crispo hasta que fue bautizado, ya que le prometieron que esta ceremonia lavaría sus pecados.

Durante su reinado se introdujeron importantes cambios que afectaron a todos los ámbitos de la sociedad del bajo imperio. Reformó la corte, las leyes y la estructura del ejército. Constantino trasladó la capitalidad del imperio a Bizancio a la que cambió el nombre por Constantinopla. Falleció, por enfermedad en 337, 31 años después de haber sido nombrado emperador en Britania. Al final de su vida y sólo antes de morir se bautizó para morir como un cristiano.

Trabajo realizado por
Celia Madrona Montes, alumna de 3º ESO A.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.
           

24 de mayo de 2012

EL CONCILIO DE NICEA

El primer Concilio ecuménico se celebró en el año 325 (hace 1687 años) en Nicea (actualmente Iznik), ciudad de Asia Menor, en el territorio de la actual Turquía, y de la que recibe el nombre por el que es conocido. Fue convocado por el emperador Constantino I, el Grande, por consejo del obispo San Osio de Córdoba. Previamente, Constantino ya había dado muestras de sus simpatías por el Cristianismo al dictar el Edicto de Milán del año 313, que daba a los cristianos libertad para reunirse y practicar su culto sin miedo a sufrir persecuciones. El propósito de este nuevo concilio debía ser establecer la paz religiosa y construir la unidad de la Iglesia cristiana.

Icono representantivo del Primer Concilio de Nicea.
En aquellos momentos, la cuestión principal que dividía a los cristianos era la denominada controversia arriana; es decir, el debate sobre la naturaleza divina de Jesús. Un sector de los cristianos, liderado por el obispo de Alejandría, Alejandro, y su discípulo y sucesor Atanasio, defendía que Jesús tenía una doble naturaleza, humana y divina, y que, por tanto, Cristo era verdadero Dios y verdadero Hombre; en cambio, otro sector liderado por el presbítero ario y por el obispo Eusebio de Nicomedia, afirmaba que Cristo había sido la primera creación de Dios antes del inicio de los tiempos, pero que, habiendo sido creado, no era Dios mismo.

         Este fue el primer concilio general de la historia de la Iglesia cristiana, a excepción del llamado Concilio de Jerusalén del siglo I, que había reunido a Pablo de Tarso y sus colaboradores más allegados con los apóstoles de Jerusalén encabezados por Santiago, el Justo y Pedro.

         Aunque todos los obispos cristianos del Imperio fueron formalmente convocados a reunirse en Nicea, en realidad asistieron alrededor de 300 (según san Atanasio), o quizá un número ligeramente inferior. La mayoría de los obispos eran orientales, si bien participaron también dos representantes del Papa Silvestre. También estuvo presente Ario y algunos pocos defensores de sus posiciones teológicas. La posición contraria a Ario fue defendida, entre otros, por Alejandro de Alejandría y su joven colaborador, Atanasio. Constantino, aunque simpatizaba con los cristianos, no se bautizó hasta que se hallaba en su lecho de muerte. Sin embargo, aparentemente ya se había convertido al cristianismo tras su victoria militar en 312, ya que había invocado al Dios de los cristianos antes de la batalla. Por ello interpretó su victoria como indicio de la superioridad del Dios cristiano, aunque se guardó de compartir esta interpretación con sus tropas.

Trabajo realizado por
Desirée Hernández Coelho Da Silva, alumna de 3º ESO B.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.

15 de mayo de 2012

ASESINATO DE VALENTINIANO II.


Fue elegido emperador a los cuatro años de edad, junto con su hermanastro Graciano. Valentiniano y su familia vivieron en Milán, y el imperio occidental se dividió nominalmente entre los dos. Graciano se quedó con las provincias transalpinas, mientras que Italia, parte de Iliaria y África quedaron bajo el gobierno de Valentiniano, o más bien de su madre, Justina. Justina era arriana, y la corte imperial de Milán luchó contra los católicos de esa ciudad, liderados por su obispo Ambrosio. La popularidad de Ambrosio era tal, que la autoridad imperial se vio debilitida. En el 378 Magno Clemente Máximo, un militar hispano, pariente de Teodosio I, que había comandado un ejército en Britania y, tras derrotar al emperador Graciano, se había autoproclamado emperador de Occidente en 383 (año de la muerte de este emperador), cruzó los Alpes y amenazó Milán.


            El emperador Valentiniano II y su madre huyeron y pidieron ayuda a Teodosio I emperador de Oriente y cuñado de Valentiniano. Teodosio restauró a Valentiniano en el trono en  388, tras la muerte de Magno Máximo.

El 15 de mayo del 392 (hace 1620 años), Valentiniano apareció ahorcado en la ciudad de Vienne en la Galia. Teodosio había colocado al joven Valentiniano bajo la tutela de Arbogastes, un general franco pagano. Las relaciones entre Valentiniano y Arbogastes hacen pensar que más que de un tutor se trataba de un carcelero impuesto por Teodosio I. Arbogastes era el auténtico jefe del ejército de Valentiniano y el que decidía en las cuestiones políticas y sobre los propios actos del emperador. Cuando en el 392 se cernió sobre Panonia una nueva invasión de bárbaros, Valentiniano decidió acudir personalmente con su ejército a combatirlos, pero Arbogastes se lo impidió. Esta reclusión tal vez fuera la causa que empujara al joven Valentiniano al suicidio, según indican algunas fuentes, pero también es posible que fuera asesinado por Arbogastes. En cualquier caso, Teodosio no tomó ningún tipo de represalia sobre Arbogastes ni pareció especialmente interesado en saber las causas de la muerte pese a las veladas acusaciones que Ambrosio, obispo de Milán, hizo durante su oración fúnebre por Valentiniano.

Cuando Arbogastes elevó al gramático pagano Eugenio a la dignidad imperial de occidente, estalló la guerra civil entre Flavio Eugenio y Teodosio I por el control del oeste. La victoria de este último en la batalla del Frígido dio lugar a la última reunificación del Imperio Romano y a su definitiva división tras la muerte de Teodosio.

Trabajo realizado por
Irimar Felipe López, alumna de 3º ESO B.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.

LA BATALLA DEL HIDASPES.


La batalla del Hidaspes fue una batalla librada por Alejandro Magno el año 326 a. C. contra Poros, el rey de Paura, un reino indio, cerca del río Hidaspes, tributario del río Indo. La batalla tuvo lugar en el margen oriental del río, cerca de Bhera, Pakistán. Esta fue la última gran batalla campal librada por Alejandro: aunque victorioso, su ejército, exhausto, se amotinó, negándose a avanzar hacia el interior de la India. Fue la primera vez en años, desde la batalla de Gaugamela, que el ejército de Alejandro se enfrentó a elefantes de guerra. El rey Poros y sus hombres presentaron una resistencia tan fiera contra el invasor macedonio, que se ganaron el respeto y la admiración del propio Alejandro.


Pintura de Charles Le Brun mostrando a Alejandro y Poro durante la batalla del Hidaspes
 Poros, que había llegado antes a su orilla del río, se situó frente al ejército de Alejandro y se preparó para rechazar cualquier intento de cruce. La corriente era fuerte debido a las lluvias monzónicas, y el cauce profundo, por lo que cualquier intento de cruzar por la fuerza provocaría enormes bajas. Consciente de ello, Alejandro se esforzó por encontrar un vado alternativo, y pasó las dos semanas siguientes desplazando a sus tropas arriba y abajo por la orilla, con el ejército de Poros siguiéndole sin perderle nunca de vista.
Los elefantes de Poros suponían un grave problema para Alejandro. El éxito del macedonio en sus batallas se debía mayormente a su habilidad para crear huecos en las líneas enemigas a través de los que poder cargar con los hetairoi; esa fue la táctica que le ganó las aplastantes victorias de Issos y Gaugamela. Sin embargo, los elefantes sembraban el pánico en los caballos. El simple olor de los paquidermos los volvía totalmente ingobernables. Y Poros había desplegado a sus elefantes formando una línea compacta enfrente de su infantería, con la caballería dividida por igual en ambos flancos. Cargar contra la infantería en esas condiciones era imposible para la caballería macedonia, ya que la línea de elefantes era, a todos los efectos, tan impenetrable para ella como un muro de piedra.

El ala derecha india se mezcló en su huida con la línea de elefantes, provocando un enorme caos en sus propias filas. Ese fue el momento en que Alejandro ordenó a la falange iniciar su avance. Hasta el momento había logrado aplastar a la caballería india mientras al mismo tiempo mantenía la propia lejos de los dañinos elefantes. La infantería macedonia, libre de la amenaza de la caballería enemiga, resistió una carga de los elefantes y logró ponerlos en fuga, aunque a costa de muchas bajas. En su huida, los animales aplastaban indiscriminadamente tanto a amigos como a enemigos, aumentando la confusión y facilitando el avance de la falange que les pisaba los talones. Crátero había iniciado el cruce del río, y aunque la fuerza principal apenas intervino, la batalla acabó con una rendición en masa del ejército indio, totalmente rodeado.

Trabajo realizado por
Irene Suárez Cortés, alumna de 3º ESO A.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.



                             

MUERTE DE SALUSTIO.


Gayo Salustio Crispo (en latín Gaius Sallustius Crispus), más conocido como Salustio nació el 1 de octubre en el 86 a.C., en Amiternum, y murió el 13 de mayo en el 34 a.C., en Roma (hace 2046 años).


Salustio perteneció a una familia plebeya, tuvo una infancia y juventud enfermizas. En el año 55 a.C. ganó las elecciones a cuestor y fue elegido tribuno de la plebe en el 52 a.C. Salustio se oponía a la vieja aristocracia romana.

Desde el principio fue un firme partidario de César, al cual debía parte de su ascenso político. En el 50 a.C. fue expulsado del Senado bajo la acusación de inmoralidad grave, aunque la verdadera razón era su amistad con César. Durante el siguiente año, gracias a la influencia de César, fue reinstaurado en el Senado.

Durante el año 46 a.C. ejerció el cargo de pretor, acompañando a César en su campaña en África que terminó con la derrota efectiva del resto de los partidarios de Pompeyo en Tapso. Como recompensa, fue nombrado gobernador de la provincia África Nova, puesto en el que fue culpable de un estado de opresión y extorsión, por lo que solo la influencia de César le permitió eludir una condena.

Salustio entonces se retiró de la vida pública para dedicarse por completo a la literatura histórica, convirtiéndose en un gran historiador al mismo nivel del griego Tucídides.

La Conjuración de Catilina fue su primer trabajo publicado y uno de los más importantes. Contiene la memorable historia del año 63 a.C. Salustio adopta el punto de vista aceptado de Catilina, describiéndole como un enemigo deliberado de la ley, el orden y la moralidad y no ofrece una explicación comprensiva de sus motivos e intenciones. Al escribir la conjuración de Catilina, el tono y el estilo de Salustio muestran su preocupación por el declive de la moral romana. Al tiempo que vierte sus invectivas contra el carácter depravado y los viciosos actos de Catilina.

Salustio impulsó una nueva línea literaria, acometió la tarea de explicar las conexiones y el significado de los acontecimientos, siendo además un buen descriptor de personajes. El contraste entre su juventud y el tono altamente moral de sus escritos se usó como motivo de reproches hacia su figura. Salustio también relató acontecimientos vividos en primera persona, por lo que ser imparcial le resultaba una tarea más complicada. Su conocimiento de sus antiguas debilidades le llevaron a adoptar un punto de vista pesimista sobre la moralidad de sus compatriotas, y por lo tanto, a juzgarles severamente. Su modelo siempre fue Tucídides, a quien imitaba en sus sentencias e imparcialidad, en la introducción de las reflexiones filosóficas y discursos, y en la brevedad de su estilo que algunas veces bordeaba la oscuridad.


Trabajo realizado por
Natalia Rodríguez González, alumna de 3º ESO A.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.