13 de abril de 2012

LLEGADA DE LA DIOSA CIBELES A ROMA.


El culto a Cibeles no entró en Roma del mismo modo que lo hicieron los demás dioses. No se dio, como sucedió con los griegos, una asimilación a un dios latino preexistente, Cibeles fue introducida en Roma directamente y con todos los honores; de este acontecimiento conocemos exactamente la fecha: 10 de Abril de 204 a.C. (hace años 2216 años). El historiador Tito Livio nos cuenta con bastante detalle la llegada de la diosa a Roma y la instalación de su imagen en un templo de la diosa Victoria hasta que fue construido uno dedicado a ella en el monte Palatino.

La diosa Cibeles y su amante Atis eran parte del mito inspirador de uno de los cultos orientales fundamentales que se propagaron en la  Roma antigua. 
Nos cuenta Tito Livio que, por los años 205 y 204 a.C., el pesimismo y la desesperación se habían apoderado Roma; las derrotas que Aníbal había infringido a los ejércitos romanos en las batallas de Tesino, Trebia, Trasimeno y, sobre todo, la de Cannas los tenían totalmente abatidos. En situación tan desesperada se consultaron los Libros Sibilinos y estos dictaminaron que el enemigo sólo podría se expulsado de Italia si se traía desde Pesinunte a Roma la piedra negra, forma bajo la cual se rendía culto a Cibeles.

Se hicieron los preparativos diplomáticos, para pedir la autorización pertinente, se organizó una embajada ante el rey Átalo de Pérgamo, que tenía a su cargo la administración del templo de Cibeles y se envió una expedición a Delfos para consultar la opinión del Oráculo sobre este asunto. El oráculo de Delfos confirmó lo dicho por los Libros Sibilinos añadiendo un nuevo requisito: que la diosa debía ser recibida por el mejor de los ciudadanos. Tal honor recayó en Publio Cornelio Escipión Nasica, joven miembro de la familia de los Escipiones y sobrino de Publio Cornelio Escipión que acababa de obtener el mando de las tropas que, años después, derrotarían a Aníbal en la batalla de Zama (202 a. C.), hecho por el sería conocido con el sobrenombre de “el Africano”. Publio Escipión recibió a la legación que traía a la diosa en el puerto de Ostia, la colocó en una barcaza para que, acompañada de las principales matronas de la ciudad, fuera llevada solemnemente a Roma surcando las aguas del río Tíber. Pero la barca que debía llevar a la diosa embarrancó. No había forma de moverla. Se pensó que alguna ofensa grave se había hecho a los dioses o que alguien había cometido algún acto por el que los dioses estaban enojados. Poco tiempo atrás la sociedad romana se había visto sacudida por un gran escándalo causado por una Vestal que había faltado a su voto de castidad  y, por ello, había tenido que recibir el castigo que marcaba la ley: ser enterrada viva. La gente temía que ahora hubiera sucedido algo similar. Las sospechas recayeron en Claudia Quinta, una joven vestal cuya hermosura y cuidado en el vestir tenía escandalizada a buena parte de la sociedad romana. Enterada la vestal de las murmuraciones que corrían sobre su conducta, se dirigió a Ostia, y después de haber implorado la ayuda de la diosa, solicitó autorización para intentar arrastrar la nave; ató su cinturón a la nave y consiguió, ante el asombro y la alegría de la multitud, que la barcaza se pusiera en movimiento. La leyenda de Claudia Quinta contribuyó de un modo importante a propagar en Roma el culto a Cibeles, favorecido por la Gens Claudia que vio en ella un argumento propagandístico de su familia de primer orden.

La piedra negra, forma bajo la cual hizo la diosa tan largo viaje, fue entronizada en el Capitolio, en el templo de la Victoria, a la espera de la construcción de su propio templo que se inició ese mismo año (204) en el monte Palatino y fue inaugurado el 10 de Abril de 191 a.C. En recuerdo de este acontecimiento se instauraron los Ludi Megalenses que se celebraban anualmente en honor de Cibeles los días 4 al 10 de abril, en los que, entre otros muchos actos, tenía lugar una procesión de la que el poeta Ovidio destaca el estruendo de las flautas frigias, la danza de los eunucos batiendo los tambores y golpeando los címbalos y la procesión de la diosa paseada a hombros de sus files por las principales calles de la ciudad.

Trabajo realizado por
Selena Rodríguez Fernández, alumna de 3º ESO A.
IES LUIS COBIELLA CUEVAS
SANTA CRUZ DE LA PALMA.

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